The Glass
Cage de N. Carr (2014)
En su último
ensayo traducido en España (con el título Atrapados
por Alfaguara) el editor ejecutivo de la Harvard
Business Review, y colaborador en los más
influyentes diarios del mundo, a pesar de sus numerosos argumentos
críticos respecto a las consecuencias de la ola de mega
automatización vinculada a la digitalización, no deja de hacer
consideraciones conformistas como esta: «Google
y otras compañías de software están, por supuesto, en el negocio
de facilitar nuestras vidas. Eso es lo que les pedimos que hagan y es
la razón por la que nos debemos a ellas»
(página 99
de la edición en castellano).
Es
una concesión que a buen seguro le será muy bien valorada por los
empresarios de Silicon Valley; empresarios que no verán con tan
buenos ojos que la página 223 recuerde las prevenciones de los
investigadores del laboratorio Xerox PARC (el mismo en el que Steve
Jobs encontró inspiración para su Macintosh) sobre un sistema
informático invisible y extensivo que escondiese, son sus propias
palabras, un Gran Hermano.
Un
sistema invisible y extensivo que por medio de la digitalización
permite la automatización de aulas, bibliotecas, hospitales,
tiendas, agencias de viajes, … (todos lugares tradicionalmente
asociados con el toque humano) y a partir de ese momento hace posible
el «ejercer
una vigilancia y espionaje a una escala sin precedentes»
(página 228).
Como
si entre esta página y aquella inicial valoración de Google no
hubiese relación alguna.
Es
por eso que no está nada claro, y es no poco preocupante, si para N.
Carr aquella emancipación de la raza humana por empresas
benevolentes (como Google, a la que vuelve a citar casi al final de
su ensayo) será más relevante y sustantiva (o se impondrá) a los
que él mismo denomina «nuevos
plutócratas … aquellos que se han enriquecido extraordinariamente
a través de la reducción del trabajo, centrada en los beneficios,
producida por los sistemas automatizados y los ordenadores que los
controlan»
(página 257).
Una
nueva plutocracia capitalista digital que, en un caso, haría para N.
Carr lo que les pedimos y facilitaría nuestras vidas.
Pero
que, en el otro, sería un Gran Hermano que amenaza tanto nuestra
privacidad como una cultura humana diversa, rigurosa y de calidad
(página 236).
Atrapados
en una jaula de cristal.
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