TEORÍA Y PRÁCTICA DEL CAPITALISMO ILIMITADO
por Winston Smith
octubre, 2014
INTRODUCCION[1]
En el período de tiempo que va desde el crack de
1929 a la llegada de M. Thatcher y R. Reagan a los gobiernos del Reino Unido y
Estados Unidos “Friedman y su mentor F.
Hayek protegían con suma paciencia la llama del capitalismo en estado puro, sin
empañarse por los intentos keynesianos para crear riquezas colectivas que
fueran la base de una sociedad más justa” (42). En palabras del propio
Hayek se trataba de evitar así el camino de servidumbre y la “fatal arrogancia de los que pretenden que el
hombre puede moldear a su gusto la realidad circundante”, aludiendo
especialmente[2] a “los socialistas como Einstein, Monod y
Rusell, así como a Keynes”.
Será ésta una apuesta exitosa durante décadas que
entraría en colapso financiero en 2008, aunque –paradójicamente- la gestionarán
proactivamente sus discípulos (usando así la riqueza colectiva para superar un
shock que provocaron ellos mismos) a lo largo y ancho de Europa. De igual marea
que convirtieron el 11S de 2001 en una oportunidad para liderar la política
internacional de los años siguientes (Irak, Afganistan, …), convertirán el
crack económico de 2008 en una oportunidad para revitalizar su catecismo económico
ultra liberal (como bien sabemos en los países europeos calificados como PIGS).
[1] Referencias en cursiva del libro “La doctrina del shock”, Naomi Klein (2007), Paidós, sólo se cita
la página entre paréntesis. También se cita “Hayek
sobre Hayek” de F.A. Hayek (Unión Editorial 2010) (edición en inglés de
1994 elaborada con notas autobiográficas y entrevistas radiofónicas) y “La fatal arrogancia” (Hayek, 1988)
(también cito por la edición de 1990 de Unión Editorial)
[2] (Hayek 1988: 63 y 118)
UN
RELATO DIACRÓNICO
Hagamos un poco de historia. En 1947 Friedman se
unió a Hayek para formar la Sociedad Mont
Pelerin (84). Aquel año el profesor Friedrich
A. von Hayek había convocado a treinta y seis intelectuales,
la mayoría economistas, junto con historiadores y filósofos, en el Hotel du
Parc en la villa de Mont Pelerin, cerca de las ciudades de Montreux y Vevey en Suiza, para discutir
la situación y el posible destino del liberalismo
tanto a nivel teórico como en la práctica. El grupo tomó el nombre de Sociedad
Mont Pelerin en referencia al lugar donde transcurrió este primer encuentro[i]. Célebres
economistas pertenecientes a dicha Sociedad, además del propio Hayek (Nobel en
1974) fueron Friedman (que lo recibe en 1976), George
Stigler (1982), James
M. Buchanan (1986), Maurice
Allais (1988), Ronald
Coase (1991), Gary
Becker (1992) o Vernon
Smith (2002).
F. A. Hayek
(1899-1992)
Friedman y sus colegas de la Escuela de Chicago
(Hayek impartirá allí clases durante los años 50; eran llamados los austriacos) proponen una utopía de
los emprendedores que nos llevaría a la perfección y al equilibrio; liberarse
del Estado para que el libre mercado pueda desplegar su canto; un capitalismo
puro, ilimitado, no contaminado[ii].
Tal como Hayek ve las cosas sería indudable[iii] “la superioridad que en esto tiene el
mercado, ya que la cantidad de información utilizable por las autoridades es
siempre muy limitada, y el mercado hace uso de una cantidad de información
infinitamente mayor del que cualquier autoridad podría hacer jamás”.
M. Friedman (1912-2006)
En sus memorias Hayek recuerda como en 1931 se le
invitó a la London School of Economics, por parte de Lionel Robbins, porque era
la persona que[iv] “necesitamos en este momento para hacer
frente a Keynes; se me llamó, pues, con ese propósito”. Porque para él las
ideas de estado del bienestar, redistributivas o de imposición justa eran
formas indirectas –y más peligrosas que el comunismo- de control de la economía
y, por tanto, de destrucción del orden del mercado[v].
Pasados los años y con Nixon como presidente de EE.UU. en 1969 Friedman colocó como
asesores a G. Shultz y D. Rumsfeld[vi],
dos de sus discípulos que lo reverenciaban; aunque en la crisis de 1971 el
presidente no siguió sus consejos (179), sí facilitaría la decisiva influencia
que sus correligionarios iban a tener en el cataclismo social del Chile de
Pinochet.
En las dos décadas que van desde 1983 en adelante personajes
de este perfil iban a ocupar posiciones clave en el FMI y el Banco Mundial,
oficializado en el denominado “Consenso
de Washington” (222). Y con las administraciones Bush desde 1995 tendrán
cada vez mayor influencia (33) favoreciendo desde la privatización del tráfico
aéreo (396), a la de los sectores armamentísticos o de la seguridad (188). Como
justo colofón en 2007 el gobernador de California declarará el día 29 de enero
como Día de Milton Friedman (43).
Hayek había señalado ya en 1944 que en la Alemania
de 1928 con el 53% de la renta en manos de los Gobiernos, lo público “domina indirectamente casi la vida
económica entera de la nación”, y Friedman para un 45% de dicho rateo en
los Estados Unidos concluía en 1994 que[vii] “a ambos lados del Atlántico, no es muy
exagerado decir que predicamos el individualismo y capitalismo competitivo, y
practicamos el socialismo”.
Hayek no era menos radical[viii]: “tengo la teoría de que todos los
economistas que entran al servicio del gobierno acaban por corromperse sólo por
eso”.
Con estas premisas Friedman asesorará en Chile a Pinochet en marzo de 1975 (115
y ss.). La Junta militar chilena había adoptado inmediatamente la metáfora de
la enfermedad que utilizó Friedman; para curarse de la misma había que
perseverar con reducción de gasto público y privatizaciones en masa (sanidad,
educación, pensiones, finanzas, etc.), aunque ello llevase el desempleo al 20%.
José Piñera, artífice de la privatización de la Seguridad Social, declaró haber
tenido tal idea leyendo Capitalismo y
Libertad.
Fueron muchos los que se acercarían a ver en
persona el que fue llamado laboratorio chileno;
entre ellos el propio F. Hayek que viajó al Chile de Pinochet en varias
ocasiones y que en 1981 escogió Viña del Mar (la ciudad en la que se tramó el
golpe) para celebrar la convención regional de la Sociedad Mont Pelerin (120).
Pero en 1982 Chile alcanzó un 30% de paro con
hiperinflación (121): “al borde de la
debacle, casi todos los de Chicago perdieron sus influyentes puestos en el
gobierno, incluyendo a Sergio de Castro (Ministro de Economía y Finanzas);
muchos otros licenciados de Chicago tenían altos cargos en las empresas de los
pirañas y fueron investigados por fraude, con lo que se desvaneció la fachada
de neutralidad científica tan fundamental para la identidad que se habían
construido los de Chicago” (121).
Según se relata en el espléndido ensayo de Naomi
Klein: “Cuando Friedrich Hayek, santo
patrón de la Escuela de Chicago, regresó de una visita a Chile en 1981, estaba
tan impresionado por Augusto Pinochet y los de Chicago que allí conoció que
inmediatamente se sentó a escribir una carta a su amiga Margaret Thatcher,
primera ministra de Gran Bretaña. En
ella la instaba a utilizar el país sudamericano como modelo para transformar la
economía keynesiana británica. Thatcher y Pinochet acabarían compartiendo una
sólida amistad, de la que trascendió la famosa visita de Thatcher al anciano
general cuando éste se hallaba bajo arresto domiciliario en Inglaterra, acusado
de genocidio, tortura y terrorismo.
La
primera ministra británica estaba sobradamente familiarizada con el que ella
misma calificó de «extraordinario éxito de la economía chilena», que describió,
además, como «un impactante ejemplo de reforma económica del que podemos
extraer numerosas lecciones». Pero, pese a la admiración de Thatcher por
Pinochet, cuando Hayek le sugirió por primera vez que emulara las políticas de
terapia de shock que aquél había impuesto en Chile, la primera ministra no
pareció quedarse, ni mucho menos, convencida. En febrero de 1982, Thatcher no
se anduvo con rodeos para explicarle el problema a su gurú intelectual en una
carta privada: «Estoy segura de que usted entenderá que, en Gran Bretaña, dadas
nuestras instituciones democráticas y la necesidad que aquí existe de alcanzar
un elevado nivel de consenso, algunas de las medidas adoptadas en Chile son del
todo inaceptables. Nuestra reforma debe ser conforme a nuestras tradiciones y a
nuestra Constitución, aunque, a veces, el proceso pueda parecer exasperantemente
lento»” (177).
No obstante en el año 1984, después del éxito en
la guerra de las Malvinas, Thatcher lanzará una ofensiva contra los poderosos
sindicatos mineros del carbón y entre 1984-1988 procederá a una privatización
masiva (186 y ss). Como sostenía entonces Friedman “Solo una crisis –real o percibida como tal- produce un verdadero
cambio … (entonces) … lo
políticamente imposible se convierte en políticamente inevitable” (189).
Mientras tanto, ya en 1980 Deng Xiaoping invitará
a Friedman a visitar China para
impartir tutorías a centenares de funcionarios de alto nivel; les vendió el
ejemplo de Hong Kong y la idea de que las libertades políticas son secundarias
o innecesarias en relación a la libertad de comercio. En 1988 Friedman y su
esposa quedarán fascinados por los avances de Shanghai y pronosticó a Zhao
Ziyang (secretario general del PCC) en una reunión de varias horas progresos
aún más extraordinarios si hacía más énfasis en los mercados privados libres.
Así la ley marcial de 1989 acompañará a la masacre de Tiananmen aunque, para
los inversores extranjeros y para el partido, habría sido un arreglo con el que
todos ellos salen ganando (248 y ss.).
En el año 1991 en Rusia Yeltsin gobernará,
después de un golpe de Estado, asesorado por un equipo de liberales declarados
seguidores de F. Hayek y de la Escuela de Chicago de M. Friedman (299).
Stiglitz –por aquel entonces economista principal en el Banco Mundial- los
denominó bolcheviques del mercado.
[i] Tomado de http://es.wikipedia.org/wiki/Sociedad_Mont_Pelerin;
un relato en primera persona del propio Hayek puede leerse en Hayek (2010: 187
y ss.)
[ii] Otros
Institutos como el Heritage, el Cato o el American Enterprise Institute
difunden estas ideas. O la serie de TV Free
to Choose patrocinada por un puñado de multinacionales (GM. Pepsi,
Firestone, …) (190)
[iii] Hayek (2010: 120)
[iv] Hayek (2010: 116)
[v] Hayek (2010: 157); no obstante en una entrevista
radiofónica emitida el 22 de abril de 1945 con dos profesores de la Universidad
de Chicago llega a admitir (para EE.UU.) múltiples formas de complementar el
mercado: limitación de la jornada laboral, salario mínimo, protección civil,
sistema público de seguridad social, ingreso mínimo asegurado, subsidio de
desempleo, etc. (op. cit. pp. 158 y ss.). Incluso afirma en ella que “nadie duda que el gobierno tiene
importantes funciones que ejercer en la provisión de las condiciones
conducentes a un nivel de empleo elevado y sostenido” (p. 167). En ese
punto preguntado sobre si el Banco de la Reserva Federal incurre en su “camino
de servidumbre” contesta con un rotundo no. El entrevistador apostilla “me parece que usted permite mucha más
planificación pública de los que muchos de sus lectores en este país han
supuesto” (p. 165) (probablemente uno de ellos fuese Milton Fredman).
[vi] Que llegará a ser determinante en las políticas
de Presidente Bush en 2001 (382 y ss.). Friedman considera que debió haber sido
Rumsfeld el que relevara a Reagan y no Bush (388), sobre las actividades
empresariales armamentísticas de Rumsfeld (388-389).
[vii] Hayek (1944: 149) (Camino de servidumbre, cito por la edición de Unión Editorial de
2008), Friedman en las pp. 358-359 de la misma edición (prólogo a la edición
inglesa de 1994)
[viii] Hayek (2010: 138)
[1] Referencias en cursiva del libro “La doctrina del shock”, Naomi Klein (2007), Paidós, sólo se cita
la página entre paréntesis. También se cita “Hayek
sobre Hayek” de F.A. Hayek (Unión Editorial 2010) (edición en inglés de
1994 elaborada con notas autobiográficas y entrevistas radiofónicas) y “La fatal arrogancia” (Hayek, 1988)
(también cito por la edición de 1990 de Unión Editorial)
[2] (Hayek 1988: 63 y 118)
UN RELATO DIACRÓNICO
Hagamos un poco de historia. En 1947 Friedman se
unió a Hayek para formar la Sociedad Mont
Pelerin (84). Aquel año el profesor Friedrich
A. von Hayek había convocado a treinta y seis intelectuales,
la mayoría economistas, junto con historiadores y filósofos, en el Hotel du
Parc en la villa de Mont Pelerin, cerca de las ciudades de Montreux y Vevey en Suiza, para discutir
la situación y el posible destino del liberalismo
tanto a nivel teórico como en la práctica. El grupo tomó el nombre de Sociedad
Mont Pelerin en referencia al lugar donde transcurrió este primer encuentro[i]. Célebres
economistas pertenecientes a dicha Sociedad, además del propio Hayek (Nobel en
1974) fueron Friedman (que lo recibe en 1976), George
Stigler (1982), James
M. Buchanan (1986), Maurice
Allais (1988), Ronald
Coase (1991), Gary
Becker (1992) o Vernon
Smith (2002).
F. A. Hayek
(1899-1992)
Friedman y sus colegas de la Escuela de Chicago
(Hayek impartirá allí clases durante los años 50; eran llamados los austriacos) proponen una utopía de
los emprendedores que nos llevaría a la perfección y al equilibrio; liberarse
del Estado para que el libre mercado pueda desplegar su canto; un capitalismo
puro, ilimitado, no contaminado[ii].
Tal como Hayek ve las cosas sería indudable[iii] “la superioridad que en esto tiene el
mercado, ya que la cantidad de información utilizable por las autoridades es
siempre muy limitada, y el mercado hace uso de una cantidad de información
infinitamente mayor del que cualquier autoridad podría hacer jamás”.
M. Friedman (1912-2006)
En sus memorias Hayek recuerda como en 1931 se le
invitó a la London School of Economics, por parte de Lionel Robbins, porque era
la persona que[iv] “necesitamos en este momento para hacer
frente a Keynes; se me llamó, pues, con ese propósito”. Porque para él las
ideas de estado del bienestar, redistributivas o de imposición justa eran
formas indirectas –y más peligrosas que el comunismo- de control de la economía
y, por tanto, de destrucción del orden del mercado[v].
Pasados los años y con Nixon como presidente de EE.UU. en 1969 Friedman colocó como
asesores a G. Shultz y D. Rumsfeld[vi],
dos de sus discípulos que lo reverenciaban; aunque en la crisis de 1971 el
presidente no siguió sus consejos (179), sí facilitaría la decisiva influencia
que sus correligionarios iban a tener en el cataclismo social del Chile de
Pinochet.
En las dos décadas que van desde 1983 en adelante personajes
de este perfil iban a ocupar posiciones clave en el FMI y el Banco Mundial,
oficializado en el denominado “Consenso
de Washington” (222). Y con las administraciones Bush desde 1995 tendrán
cada vez mayor influencia (33) favoreciendo desde la privatización del tráfico
aéreo (396), a la de los sectores armamentísticos o de la seguridad (188). Como
justo colofón en 2007 el gobernador de California declarará el día 29 de enero
como Día de Milton Friedman (43).
Hayek había señalado ya en 1944 que en la Alemania
de 1928 con el 53% de la renta en manos de los Gobiernos, lo público “domina indirectamente casi la vida
económica entera de la nación”, y Friedman para un 45% de dicho rateo en
los Estados Unidos concluía en 1994 que[vii] “a ambos lados del Atlántico, no es muy
exagerado decir que predicamos el individualismo y capitalismo competitivo, y
practicamos el socialismo”.
Hayek no era menos radical[viii]: “tengo la teoría de que todos los
economistas que entran al servicio del gobierno acaban por corromperse sólo por
eso”.
Con estas premisas Friedman asesorará en Chile a Pinochet en marzo de 1975 (115
y ss.). La Junta militar chilena había adoptado inmediatamente la metáfora de
la enfermedad que utilizó Friedman; para curarse de la misma había que
perseverar con reducción de gasto público y privatizaciones en masa (sanidad,
educación, pensiones, finanzas, etc.), aunque ello llevase el desempleo al 20%.
José Piñera, artífice de la privatización de la Seguridad Social, declaró haber
tenido tal idea leyendo Capitalismo y
Libertad.
Fueron muchos los que se acercarían a ver en
persona el que fue llamado laboratorio chileno;
entre ellos el propio F. Hayek que viajó al Chile de Pinochet en varias
ocasiones y que en 1981 escogió Viña del Mar (la ciudad en la que se tramó el
golpe) para celebrar la convención regional de la Sociedad Mont Pelerin (120).
Pero en 1982 Chile alcanzó un 30% de paro con
hiperinflación (121): “al borde de la
debacle, casi todos los de Chicago perdieron sus influyentes puestos en el
gobierno, incluyendo a Sergio de Castro (Ministro de Economía y Finanzas);
muchos otros licenciados de Chicago tenían altos cargos en las empresas de los
pirañas y fueron investigados por fraude, con lo que se desvaneció la fachada
de neutralidad científica tan fundamental para la identidad que se habían
construido los de Chicago” (121).
Según se relata en el espléndido ensayo de Naomi
Klein: “Cuando Friedrich Hayek, santo
patrón de la Escuela de Chicago, regresó de una visita a Chile en 1981, estaba
tan impresionado por Augusto Pinochet y los de Chicago que allí conoció que
inmediatamente se sentó a escribir una carta a su amiga Margaret Thatcher,
primera ministra de Gran Bretaña. En
ella la instaba a utilizar el país sudamericano como modelo para transformar la
economía keynesiana británica. Thatcher y Pinochet acabarían compartiendo una
sólida amistad, de la que trascendió la famosa visita de Thatcher al anciano
general cuando éste se hallaba bajo arresto domiciliario en Inglaterra, acusado
de genocidio, tortura y terrorismo.
La
primera ministra británica estaba sobradamente familiarizada con el que ella
misma calificó de «extraordinario éxito de la economía chilena», que describió,
además, como «un impactante ejemplo de reforma económica del que podemos
extraer numerosas lecciones». Pero, pese a la admiración de Thatcher por
Pinochet, cuando Hayek le sugirió por primera vez que emulara las políticas de
terapia de shock que aquél había impuesto en Chile, la primera ministra no
pareció quedarse, ni mucho menos, convencida. En febrero de 1982, Thatcher no
se anduvo con rodeos para explicarle el problema a su gurú intelectual en una
carta privada: «Estoy segura de que usted entenderá que, en Gran Bretaña, dadas
nuestras instituciones democráticas y la necesidad que aquí existe de alcanzar
un elevado nivel de consenso, algunas de las medidas adoptadas en Chile son del
todo inaceptables. Nuestra reforma debe ser conforme a nuestras tradiciones y a
nuestra Constitución, aunque, a veces, el proceso pueda parecer exasperantemente
lento»” (177).
No obstante en el año 1984, después del éxito en
la guerra de las Malvinas, Thatcher lanzará una ofensiva contra los poderosos
sindicatos mineros del carbón y entre 1984-1988 procederá a una privatización
masiva (186 y ss). Como sostenía entonces Friedman “Solo una crisis –real o percibida como tal- produce un verdadero
cambio … (entonces) … lo
políticamente imposible se convierte en políticamente inevitable” (189).
Mientras tanto, ya en 1980 Deng Xiaoping invitará
a Friedman a visitar China para
impartir tutorías a centenares de funcionarios de alto nivel; les vendió el
ejemplo de Hong Kong y la idea de que las libertades políticas son secundarias
o innecesarias en relación a la libertad de comercio. En 1988 Friedman y su
esposa quedarán fascinados por los avances de Shanghai y pronosticó a Zhao
Ziyang (secretario general del PCC) en una reunión de varias horas progresos
aún más extraordinarios si hacía más énfasis en los mercados privados libres.
Así la ley marcial de 1989 acompañará a la masacre de Tiananmen aunque, para
los inversores extranjeros y para el partido, habría sido un arreglo con el que
todos ellos salen ganando (248 y ss.).
En el año 1991 en Rusia Yeltsin gobernará,
después de un golpe de Estado, asesorado por un equipo de liberales declarados
seguidores de F. Hayek y de la Escuela de Chicago de M. Friedman (299).
Stiglitz –por aquel entonces economista principal en el Banco Mundial- los
denominó bolcheviques del mercado.
[i] Tomado de http://es.wikipedia.org/wiki/Sociedad_Mont_Pelerin;
un relato en primera persona del propio Hayek puede leerse en Hayek (2010: 187
y ss.)
[ii] Otros
Institutos como el Heritage, el Cato o el American Enterprise Institute
difunden estas ideas. O la serie de TV Free
to Choose patrocinada por un puñado de multinacionales (GM. Pepsi,
Firestone, …) (190)
[iii] Hayek (2010: 120)
[iv] Hayek (2010: 116)
[v] Hayek (2010: 157); no obstante en una entrevista
radiofónica emitida el 22 de abril de 1945 con dos profesores de la Universidad
de Chicago llega a admitir (para EE.UU.) múltiples formas de complementar el
mercado: limitación de la jornada laboral, salario mínimo, protección civil,
sistema público de seguridad social, ingreso mínimo asegurado, subsidio de
desempleo, etc. (op. cit. pp. 158 y ss.). Incluso afirma en ella que “nadie duda que el gobierno tiene
importantes funciones que ejercer en la provisión de las condiciones
conducentes a un nivel de empleo elevado y sostenido” (p. 167). En ese
punto preguntado sobre si el Banco de la Reserva Federal incurre en su “camino
de servidumbre” contesta con un rotundo no. El entrevistador apostilla “me parece que usted permite mucha más
planificación pública de los que muchos de sus lectores en este país han
supuesto” (p. 165) (probablemente uno de ellos fuese Milton Fredman).
[vi] Que llegará a ser determinante en las políticas
de Presidente Bush en 2001 (382 y ss.). Friedman considera que debió haber sido
Rumsfeld el que relevara a Reagan y no Bush (388), sobre las actividades
empresariales armamentísticas de Rumsfeld (388-389).
[vii] Hayek (1944: 149) (Camino de servidumbre, cito por la edición de Unión Editorial de
2008), Friedman en las pp. 358-359 de la misma edición (prólogo a la edición
inglesa de 1994)
[viii] Hayek (2010: 138)
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